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Gabriel Jaimes habla claro “No hubo favores para Benedetti”
En medio del torbellino político que sacude a Colombia, un nuevo episodio ha captado la atención nacional: Gabriel Jaimes, exjefe de fiscales ante la Corte Suprema, decidió romper el silencio tras verse involucrado en un escándalo por los polémicos audios filtrados del exembajador Armando Benedetti.
Las grabaciones, reveladas recientemente por la ahora canciller Laura Sarabia, contienen una frase explosiva: Benedetti aseguraba estar “muy bien ranqueado en la Fiscalía” y mencionaba a Jaimes como parte de un supuesto círculo de poder que le garantizaba impunidad.
“Con el número uno y con Jaimes… me dijeron que no pasa un culo”, se le escucha decir a Benedetti.
Frente a estas palabras, y ante la presión mediática, Gabriel Jaimes se pronunció este lunes aclarando su papel y negando categóricamente cualquier tipo de favorecimiento a Benedetti en los procesos judiciales que se adelantaban en su contra.
¿De dónde vienen los audios?
La conversación que ha desatado la controversia ocurrió en 2023, cuando Benedetti aún era embajador en Venezuela y Sarabia fungía como jefa de gabinete del presidente Gustavo Petro. En ese momento, el país vivía el escándalo por la pérdida de una maleta con dinero y documentos en casa de Sarabia, caso que derivó en denuncias de interceptaciones ilegales y pruebas de polígrafo forzadas a empleados domésticos.
Benedetti, que deseaba un nuevo puesto cercano al Ejecutivo, trataba de calmar a Sarabia asegurándole que no habría obstáculos judiciales. Fue en ese contexto donde soltó las declaraciones sobre su supuesta influencia en la Fiscalía, aludiendo al nombre de Gabriel Jaimes como uno de los funcionarios con los que tenía “contacto directo”.
Jaimes aclara: “Hubo reuniones, pero no hubo favores”
Gabriel Jaimes confirmó que sí se reunió en dos ocasiones con Benedetti, pero subrayó que lo hizo dentro del marco de una investigación por las presuntas irregularidades en la financiación de la campaña de Gustavo Petro.
“Las reuniones se llevaron a cabo en la sede de la Fiscalía, estuvieron presentes otros funcionarios, y todo quedó documentado. Incluso, se emitieron comunicados oficiales sobre ellas”, aseguró el exfiscal.
También explicó que el exfiscal General Francisco Barbosa no fue informado, ya que sus actuaciones eran autónomas y no requerían autorización previa. Y agregó que Benedetti no colaboró finalmente con la justicia, pues se acogió a su derecho a no auto incriminarse.
Expedientes sin decisiones de fondo
Jaimes reveló que hacia finales de 2022, la Sala de Instrucción de la Corte Suprema remitió varios expedientes contra Benedetti a los fiscales delegados, entre ellos uno por presunto enriquecimiento ilícito, que quedó bajo su cargo.
Durante el periodo en que manejó el caso, ordenó la práctica de varias pruebas, pero no se tomó ninguna decisión de fondo. De hecho, cuando Benedetti perdió su fuero tras dejar el cargo diplomático, Jaimes devolvió el expediente a la Corte Suprema en el mismo estado en que lo recibió.
“Nunca hubo una resolución inhibitoria ni preclusión. No hubo decisiones judiciales que beneficiaran al señor Benedetti”, enfatizó.
Lo que realmente está en juego
Este caso no solo pone bajo la lupa a Gabriel Jaimes, sino que reaviva las dudas sobre la independencia de la justicia en Colombia. Las insinuaciones de Benedetti, aunque sin pruebas contundentes, apuntan a una posible utilización de los órganos de control con fines políticos.
El hecho de que se mencione a una figura como Jaimes —reconocido por su papel en casos de alto perfil— en un contexto de supuesta manipulación judicial, genera inquietudes sobre la transparencia institucional y el alcance real de las redes de poder.
A esto se suma el desgaste que ya arrastran varias figuras del actual Gobierno, incluida la canciller Sarabia, quien también se ha visto comprometida en controversias que involucran vigilancia ilegal y abuso de poder.
¿Justicia bajo presión?
Con su pronunciamiento público, Gabriel Jaimes intenta desmarcarse de las acusaciones y preservar su reputación como funcionario judicial independiente. Sin embargo, la controversia sigue abierta y la opinión pública no ha terminado de procesar todas las aristas de este escándalo.
Mientras tanto, Colombia observa con escepticismo y cansancio una nueva novela de poder, corrupción y filtraciones que sacude los cimientos de la institucionalidad. La gran pregunta es si, en medio del ruido, la verdad logrará abrirse paso sin ser manipulada.