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Murió Pepe Mujica el adiós al presidente más humilde del mundo
Este martes, el mundo despidió a uno de los personajes más emblemáticos de la política latinoamericana contemporánea. José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y referente global de la izquierda por su vida austera, su discurso anticonsumista y su compromiso social, falleció a los 89 años luego de batallar varios años contra un cáncer terminal.
La noticia fue confirmada por el actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, quien expresó en su cuenta de X (antes Twitter):
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, Viejo querido”.
Desde principios de 2024, Mujica había revelado que padecía un agresivo cáncer de esófago con metástasis en el hígado. A inicios de año, él mismo reconoció que su cuerpo ya no resistía más tratamientos. “Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, dijo en una entrevista para el semanario Búsqueda.
Su muerte ha generado una ola de homenajes y mensajes de despedida no solo en Uruguay, sino en toda América Latina y el mundo. Y es que Mujica no fue un político convencional: su vida, marcada por la lucha, la prisión, la resistencia y la coherencia entre el discurso y la acción, lo convirtieron en una figura admirada a nivel internacional.
Un símbolo de lucha y coherencia
José Mujica fue mucho más que un presidente. Fue guerrillero, preso político, agricultor, filósofo popular y, sobre todo, un hombre que vivió como pensaba. Su trayectoria política comenzó en los años 60 como miembro del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros, una guerrilla urbana que combatía a la dictadura militar uruguaya.
Durante ese período fue capturado y sometido a torturas, pasando 13 años en prisión, muchos de ellos en condiciones infrahumanas. Pero lejos de doblegarse, Mujica emergió como símbolo de resistencia y reconciliación. Tras su liberación en 1985, se reincorporó a la vida política y fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), que se convertiría en el principal sector del Frente Amplio.
Fue electo diputado en 1999, senador en 2004, ministro de Ganadería y Agricultura durante el gobierno de Tabaré Vázquez, y finalmente presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
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Una presidencia diferente
Durante su mandato, Mujica rompió con todas las convenciones del poder. Se negó a vivir en la residencia presidencial, prefiriendo su modesta chacra en las afueras de Montevideo, donde vivía con su esposa, la exsenadora Lucía Topolansky, y su perro de tres patas. Donó alrededor del 90 % de su salario presidencial a organizaciones sociales y fue apodado por la prensa internacional como “el presidente más pobre del mundo”.
Pero su legado va mucho más allá de su estilo de vida. Mujica fue el artífice de una serie de reformas progresistas que marcaron un antes y un después en Uruguay: legalizó el matrimonio igualitario, el aborto y convirtió a su país en el primero en el mundo en regular el mercado de la marihuana, con un modelo estatal único. También aceptó recibir presos liberados de Guantánamo, en un gesto humanitario coordinado con el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Sus discursos, tanto en foros internacionales como en entrevistas personales, siempre estuvieron cargados de una profunda crítica al modelo capitalista y consumista, defendiendo valores como la solidaridad, la sobriedad y la vida sencilla.
Uno de los momentos más recordados fue su intervención en la conferencia de la ONU Rio+20 en 2012, donde, sin corbata y con tono firme, denunció:
“Venimos al planeta para ser felices. El desarrollo no puede ser contra la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana, del amor, de la amistad, de la aventura, de tener hijos, de tener amigos, de tener lo elemental”.
Un legado que trasciende fronteras
Pese a gobernar un país pequeño de poco más de 3 millones de habitantes, enclavado entre dos gigantes como Brasil y Argentina, Mujica alcanzó una popularidad global poco común para un mandatario latinoamericano. Su figura fue admirada por líderes de izquierda, jóvenes idealistas, activistas sociales, artistas y ciudadanos desencantados con la clase política tradicional.
En 2018, el cineasta serbio Emir Kusturica estrenó un documental sobre su vida titulado El Pepe, una vida suprema, que retrata con cercanía la historia de un hombre que supo vivir con humildad incluso cuando ostentaba el poder máximo.
Su espontaneidad y franqueza también lo hicieron protagonista de varias anécdotas virales. Desde sus irreverentes críticas a la FIFA hasta comentarios poco diplomáticos como el famoso “esta vieja es peor que el tuerto” —en referencia a Cristina Fernández de Kirchner y su fallecido esposo Néstor Kirchner— que creyó haber dicho en privado, pero que fue captado por un micrófono encendido.
El último acto del viejo guerrero
Incluso enfermo, Mujica no se apartó de la política. En las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, jugó un papel crucial en el regreso al poder del Frente Amplio, apoyando activamente la candidatura de su sucesor y discípulo político, Yamandú Orsi. “Tiene algo de grato sabor, un poco como premio de despedida”, confesó con serenidad tras los comicios.
Sus últimas palabras públicas, dadas entre entrevistas y apariciones ocasionales, dejaron claro que se sentía satisfecho con la vida que había llevado. En su hogar, rodeado de libros, plantas y recuerdos, expresó su gratitud por haber compartido la vida con Lucía, su compañera de lucha y de amor por más de 50 años. “Haber encontrado a Lucía a la larga fue el mayor acierto. Sin ella hubiera sido muy difícil sobrevivir”, declaró.
Un adiós que duele, un legado que perdura
Pepe Mujica deja un vacío inmenso, pero también una huella imborrable. En tiempos de desconfianza hacia la política y los líderes, él representó una excepción luminosa: coherencia, honestidad, humildad y compromiso con los más vulnerables. Su vida fue una lección de resistencia, de lucha por ideales y de amor por la humanidad.
Hoy Uruguay y el mundo lo lloran, pero también lo celebran. Porque Pepe Mujica no murió, se sembró. Su ejemplo vivirá en cada joven que cree en un mundo mejor, en cada gesto de solidaridad, en cada voz que se atreve a desafiar lo establecido.
Descansa en paz, Pepe. El viejo guerrero ya tiene su descanso.